Según Bazarra y Casanova (2010), una persona es competente cuando actúa movilizando de forma integrada conocimientos, procedimientos y actitudes antes una situación problema, de forma que la situación sea resuelta con eficacia. Estas mismas autoras señalan que una competencia no se reduce solo a la reproducción de conocimientos acumulados y a la adquisición de una serie de capacidades específicas, sino que implica la capacidad de enfrentarse eficazmente y dar respuesta a una familia de situaciones análogas y complejas, recurriendo y movilizando saberes y otros recursos pedagógicos.
Hay 8 competencias, cuatro que remiten a áreas o materias (lingüística, matemática, artística y científica) que son más específicas y las otras cuatro, que son más generales.
- Competencia en comunicación lingüística
- Competencia matemática
- Competencia en el conocimiento del medio e interacción con el mundo físico.
- Tratamiento de la información y competencia digital
- Competencia social y ciudadana
- Competencia cultural y artística
- Competencia para aprender a aprender
- Autonomía e iniciativa personal
Según Pérez Esteve y Zayas, podemos decir que la competencia lingüística es la competencia de las competencias, es decir, es el principal vehículo para la adquisición de las demás, ya que sin ella no hay comunicación ni conocimiento, ya que según Escamilla, el lenguaje verbal es el vehículo esencial de intercambio de información y conocimiento. Esta competencia incluye los aspectos estructurales de la lengua y la adopción de diferentes lenguajes comunicativos, la generación de ideas, la argumentación coherente y la expresión en todas sus formas, es decir, es la expresión de sentimientos y emociones tanto oralmente como a través del lenguaje escrito (citado por Bazarra y Casanova, 2010).
Por otro lado, según Pérez Esteva y Zayas, la competencia lingüística nos exige el desarrollo de varios ámbitos, como la comprensión lectora, la composición de textos escritos, o el uso de la lengua oral (citado por Bazarra y Casanova, 2010).
Así, la gramática llega a ser un instrumento para potenciar y mejorar la eficacia y riqueza en el uso del idioma dominando su conocimiento, ayudándonos a resolver problemas comunicativos y a mejorar nuestra eficacia como oyentes y como hablantes. Por otro lado, la literatura y sus textos pasan a ser espacios donde escuchar y compartir experiencias, espacio que te llevará a conectar con la vida que te ha tocado vivir, que te ayudará a descubrir el lenguaje literario y a descubrir modelos de escritura que nos permitan encontrar recursos para nuestro propio texto.
Dentro de los cuatro componentes más específicos de la competencia lingüística, Bazarra y Casanova (2010) definen la competencia lectora como la habilidad para comprender y utilizar las formas lingüísticas requeridas por la sociedad y/o valoradas por el individuo, proceso en el que intervienen el lector, el texto y el contexto, distinguiendo en este proceso los elementos del proceso lector, donde podemos distinguir entre textos continuos, textos discontinuos e incluso hipertextos (textos producidos para ser leídos en la web), pero también existen, según Bernabeu y Goldstein, diversos procedimientos o procesos cognitivos en los que el lector activo interacciona con distintos tipos de textos y construye significados, utilizando la lectura para informarse, aprender, opinar y disfrutar. Por otro lado, V. Moreno, defiende que en el acto lector se concitan una serie de operaciones intelectuales como memorizar, interpretar, valorar y organizar. Lolo Rico destaca la importancia de los familiares, amigos y profesores a la hora de trasmitir el amor por la lectura. Para M. Fons, leer es el proceso mediante el cual se comprende el texto escrito. Marina y Válgoma, nos dicen que leer es descifrar cualquier tipo de signo, quienes añaden que los escolares se enfrentan a tres tipos de problemas, dificultades para aprender a leer, dificultad para aprovechar la información de lo que leen y dificultad para aplicar las habilidades lectoras. Estas autoras, nos exponen una serie de recetas con el fin de contagiar el entusiasmo del profesor a los alumnos. Otros autores como Gardner y Myers, indica que cuando un niño afirma que no le gusta leer es porque ese niño no tiene las habilidades necesarias para disfrutar de la lectura (Bazarra y Casanova, 2010).
En cuanto a la competencia para hablar y escuchar, se suelen diferenciar las actividades comunicativas orales en dos grupos, los monólogos y los diálogos, siendo muy diferente la metodología y los recursos didácticos en la lengua oral que en la escrita ya que el objetivo final de la lengua oral es lograr que los alumnos se expresen correctamente y conseguir dominar ciertas técnicas como la conversación, el discurso, el coloquio o la recitación. En este caso, la evaluación del lenguaje oral tiene como finalidad comprobar los procesos y las deficiencias de los alumnos en las diferentes áreas escolares (Citado por Bazarra y Casanova, 2010).
Por otro lado, la competencia en composición de textos la definen Bazarra y Casanova, 2010 como la capacidad para componer los textos escritos requeridos en los diversos ámbitos de la actividad social, afirmando que sería más apropiado hablar de saber escribir las diferentes clases de textos que hablar de saber escribir en general, proceso que se desarrolla a través de varios subprocesos (planificación, textualización y revisión). Hoy en día continúa la controversia entre si los niños aprenden primero a leer o a escribir, lo que sabemos es que leer y escribir están interrelacionados, y donde debemos saber que la escritura es la forma, mientras que el lenguaje es el instrumento sometido a las condiciones de uso del discurso (citado por Bazarra y Casanova, 2010).
Por último, la competencia plurilingüe y pluricultural debe ser entendida como una posibilidad de enriquecimiento lingüístico y cultural. Uno de los instrumentos que el profesorado puede utilizar para su desarrollo es el portfolio, donde los alumnos pueden registrar sus experiencias de lenguas y culturas y reflexionar sobre ellas (Bazarra y Casanova, 2010).
Ahora bien, hacer de nuestros alumnos personas competentes lingüísticamente nos obliga a nosotros como profesores a tener la formación necesaria y a ser un auténtico profesional del aprendizaje de la lengua. El profesor debe reflejar un perfil personal de pasión y compromiso, un pensamiento crítico y cierto coraje y optimismo. También debe poseer determinadas habilidades lingüísticas (ser un buen hablante, ser un eficaz y apasionado contador, buen escuchador, inquieto preguntador, lector apasionado, escritor eficaz), tener cierto grado de formación en lengua y literatura y en su aprendizaje, ser un profesional del aprendizaje de la lengua y tener sentido de proyecto y de equipo, al igual que una implicación de los Equipos Educativos en el desarrollo de la Competencia Lingüística, ya que subraya que la Competencia Lectora, la Competencia para Hablar y Escuchar y la Competencia en Composición de Textos, son objetivos y herramientas necesarias y comunes en el aprendizaje de cualquier área (Bazarra y Casanova, 2010).
En cuanto a la metodología, un buen modelo de aprendizaje es aquel que permite desarrollar en los alumnos la resistencia frente a la incertidumbre y la dificultad. Así, una buena metodología debería incluir cuatro pasos, inmersión, imaginación, habilidades inteligentes e intuición. El aprendizaje de la lengua debe combinar la práctica, con la teoría y con los creativo /lúdico. Así, podemos decir que el objetivo fundamental del profesor de lengua es conseguir que los alumnos sientan afecto y respeto por las palabras, ya que según sepamos utilizarlas dependerá la calidad de nuestras relaciones y del modo de relacionarnos (Bazarra y Casanova, 2010).
Dentro del proyecto lingüístico de centro, debemos tener en cuenta la didáctica de la lengua y la literatura como disciplina científica reciente, centrada más en los alumnos que en los contenidos, en los procesos cognitivos de adquisición, aprendizaje y desarrollo que en los recursos de aplicación de una u otra teoría lingüística. Así, podemos decir que el objetivo principal de la didáctica es formar hablantes competentes y lectores eficaces. De este modo, existe un nuevo paradigma comunicativo, que parte de la idea de que para los alumnos la lengua no es un objeto de estudio en sí sino un vehículo de comunicación y que como tal, no se debe aprender sino que se debe usar, es decir, la adquisición de una competencia comunicativa eficaz, como formar hablantes competentes capaces de relacionarse con otros hablantes, de adecuarse al contexto, de regular sus discursos, de hacerse entender, etc. (Bazarra y Casanova, 2010).
Por últimos mencionar que el proyecto Lingüístico de centro debería seguir los siguiente pasos: convocatoria de profesores, realizar un DAFO lingüístico con el objetivo de analizar los punto fuertes y las áreas de mejora, establecer áreas de mejora y priorizar objetivos estrategias y sistemas de evaluación comunes (Bazarra y Casanova, 2010).